Bajo la dirección del joven chef Lluís Cardell, su filosofía culinaria se basa en el respeto al producto y en una cocina artesanal en la que todo, desde el pan hasta los postres, se elabora en casa. Fusiona la tradición mallorquina con toques contemporáneos y asiáticos, trabajando ingredientes locales —como la almendra mallorquina, la patata de Sa Pobla, el tomate de ramellet o el brossat, un requesón típico de la isla— de forma poco manipulada, pero llevándolos a su máxima expresión. Para Cardell, la cocina no es solo técnica, sino una forma de transmitir cultura y rendir homenaje a su tierra.